jueves, 26 de noviembre de 2009


Santa Bárbara
Tierra de canto, que precisa seguir cantando
Alex Darío Rivera M. [1]



Con alguna frecuencia, vagabundeando por las márgenes de los ríos, despeñaderos, cavernas, cerros y sitios arqueológicos aún sin investigar, encontramos rastros reveladores de que para los pueblos nativos que habitaron estas tierras, la música, la danza y el canto eran aspectos fundamentales de sus sociedades. Entre esos vestigios, se han encontrado instrumentos musicales, principalmente de viento y percusión; entre los primeros, podemos mencionar lo que en nahuatl llaman chichtli que consiste en un tubo de barro sin agujeros tonales, las flautas del mismo material (Tlapitzalli), el caracol (Quicuiztli), las chirimías y muchos silbatos con representaciones zoomorfas de aves, sapos, felinos y murciélagos; entre los de percusión, caparazones de tortuga (Ayotl), raspadores, sonajas y restos de tambores. Bien sabemos, que con la llegada de los europeos, algunos de estos instrumentos fueron utilizados por los clérigos en sus salmos y villancicos, con el tiempo, así como se fue diezmando la población indígena, el uso de dichos instrumentos de igual manera se fue soslayando desplazados por los instrumentos fuereños, pero todo ello, confirma la afición ancestral que sin duda, algo de eso, aún recorre nuestra herencia cultural.

En el caso particularmente de la música, en lo que hoy es Santa Bárbara -e incluso en nuestro país- aún no se ha reconstruido su historia, pero de igual manera, para las personas de este trecho de tierra del occidente siempre la música ha sido significativa, aunque su importancia paulatinamente ha venido diezmándose. Ésta ha sido tierra que canta, la melodía de las aguas de los ríos Ulúa y Cececapa han acompañado siempre las notas armoniosas de nuestros modestos trovadores, que han surcado con sus nostálgicas voces y acordes este suelo del junco, el café, las mujeres hermosas y los hombres nobles, ecos que aun percibimos cuando la noche silencia el ruido diurno y el viento nos trae con sutileza a nuestros oídos el susurro de aquellas coplas.

Para contarles un poco de nuestra tradición musical, nos remontaremos a inicios del siglo XX, donde José María Tobías Rosa organiza en el poblado de Ilama, la primera orquesta musical con instrumentos de viento, percusión y cuerdas que llenaban de resonancias la tierra de “los brujos”. Posteriormente, en la mitad de los años cuarenta, un grupo de músicos “Pateplumas” del Instituto Departamental La Independencia organizó la estudiantina, dicho conjunto fue encabezado por Juan Zúniga y entre sus extintos integrantes mencionamos a: Isidro Monroy, Augusto Sagastume, Manuel Guzmán y Ricardo Fernández. Siempre en esa década de los cuarenta, se organizó en la ciudad de Santa Bárbara un conjunto de cuerdas femenino integrado por María Baide, Antonia Baide y Cecilia Reyes.

En el año de 1956 se constituyó la agrupación musical “Alma Junqueña” integrada por los señores: Miguel Hasbun, Stanley Benett, Carlos Licona, Pedro Amaya, Arnold Ayestas, Luís Velásquez, Emilio Garay, Antonio Pineda, Ricardo Fernández e Isidro Monroy, todos ya fallecidos. En esa misma época, se conformó una banda marcial en la Comandancia de Armas o Cuartel “Lempira”, misma que amenizaba conciertos durante las noches para deleitar a los parroquianos que se daban cita en el parque central. En esos mismos años, un personaje típico muy querido llamado “Chon Pajarito” ejecutaba el acordeón interpretando su melodía predilecta “Palito Verde” y cantaba con su rasgada voz “Mañana cuando nazca el sol” mientras deambulaba por las calles cercanas a la plaza de la aldea Gualjoco, convirtiéndose en un ser recordado y, nombrado por generaciones posteriores.

A inicio de los años sesenta, se organizan las marimbas “Ondas del Ulúa” y “Alma Latina”. En 1965 el señor Rodrigo Sabillón Galeano compra la marimba guatemalteca “América India” al coronel “Guayo” Galeano (Temido Comandante de Armas de La Lima en la dictadura de Carías Andino), actualmente, considerada un patrimonio nacional donde han participado renombrados marimbistas como: Santos Mejía, Cecilio Mejía, Adolfo Guardado (QDDG), Cruz Enamorado, Miguel Enamorado, José Ángel Castellanos y José Amilcar Tróchez. En 1974, la propuesta musical evoluciona y se organiza el grupo musical “Los Faraones” a iniciativa del Dr. José María Leiva; dicha agrupación graba dos discos y su éxito trasciende la geografía nacional realizando presentaciones a nivel centroamericano y en Estados Unidos de Norte América, destacándose en esa época como uno de los mejores grupos musicales del país, sus integrantes fueron: el reconocido compositor Claudio Lara Baide, Virgilio Casaña, Norman Amilcar Rodríguez, Santiago Mejía, Antonio Mejía, Sebastián Paz (QDDG), Javier Armendáriz (QDDG) y Roque Agurcia. Esa iniciativa abrió la senda para que en el año de 1976 se organizara el grupo musical “Los Catedráticos” alcanzando un notable reconocimiento nacional. En ese mismo año (1974) se conforma el grupo musical “BOGAMA” constituido por Benjamín, Orlando, Grevil, Aquiles y asociados.

A inicios de la década de los ochenta, aparece el grupo musical “Los Patepluma” que marcó a toda una generación de santabarbarenses y motivó la aparición –posterior- de la agrupación musical Cofee Band que alcanzó una significativa connotación pero que su existencia fue efímera para dar paso a un silencio –también efímero- en las iniciativas de los artistas de Santa Bárbara; pero como en la música, a partir del silencio la música vuelve a resurgir con la aparición de combos musicales entre los que destacan New Combo 75, Julio´s Band y Creaciones, que continúan haciendo frente con su arte, a ese horroroso bombardeo de la música chatarra que estimula en nuestros jóvenes el desarraigo, la violencia, el uso de estupefacientes, el sexo desenfrenado y la pérdida de aquellos valores humanos que caracterizaron siempre a los nacidos en esta bondadosa heredad. Mientras tanto, el frío me hace tiritar casi a la media noche, busco la idea de cómo finalizar este escrito en medio de este silencio. Un carro con propaganda politiquera pasa a toda velocidad por la carretera con el audio aún funcionando, las “bondades” del “ilustre” personaje que anuncia van siendo tragadas de a poco por la afonía nocturna para quedar nuevamente silente; diez minutos después, el silencio se vuelve a desgarrar con la descarga de una ametralladora muy cerca de donde escribo estas líneas, en ese momento asumo la convicción de que en Santa Bárbara, ¡precisamos seguir cantando!
[1] Alex Darío Rivera M: Educador y Promotor Cultural Santabarbarense, Licenciado en Ciencias Sociales por la Universidad Pedagógica Nacional “Francisco Morazán”, autor del libro de poesía Introspecciones Extintas. E mail: alexdesantabarbara@yahoo.com

PAISAJE EN SIETE LINEAS.


PAISAJE EN SIETE LINEAS


Escorpion de veranos y cenizas

arcoiris de venenos en espinas.


A los lados

una estatua de cactus y de sombras. Antes,

siempre; un camino.


A lo lejos el sol se pone.

para siempre. Parpadeo.

BAT MAN


BAT MAN


Buscó un lugar oscuro donde esconderse...

Encontró su corazón.

CIRCULO DE HOY, CIRCULO DE SIEMPRE


CIRCULO DE HOY, CIRCULO DE SIEMPRE


Amanece,

no pretendo construir el mundo

hoy bastará con estrenar una estrella

y compartir su luz con los mendigos.


Amanece,

no pretendo destruir el mundo.

La oscuridad se aleja pero la luz no llega.

Un sueño yace sobre la silla

y la camisa de ayer será de hoy.


El tic tac se colecciona sobre las paredes,

la bruma y el sol luchan desinteresadamente.

los ojos lloran oxido y el corazón palpita perros.

La lucha es conmigo mismo,

la batalla soy. La batalla es hoy.

El premio, volver a luchar,

otro dia nuevamente.