viernes, 25 de diciembre de 2009

aquellos diciembre, aquellos diciembres...que nunca volverán.

Aquellos diciembres… de nuestra infancia

Alex Darío Rivera M.*



El esporádico tronar de la vedada pólvora, su olor característico enajenando la brisa decembrina que irrumpe en los pulmones y el mágico griterío que aún despierta en la niñez que habita las barriadas de mi pueblo, me abre la aldaba de recuerdos infantiles de aquellas navidades arrebatadas por el olvido, el tiempo, el materialismo y la mecanizada forma de vivir heredada del capitalismo. La navidad de nuestra infancia, ahora, siendo adultos, la buscamos por todas partes con el niño que fuimos dirigiéndonos como lazarillo por las callejuelas donde soñábamos que la vida siempre sería sinónimo de felicidad. A pesar de lo enfático de nuestra pesquisa, esa navidad no la encontramos, no nos saluda con sus viejos matices, a lo mejor nos evade o la evadimos, a tal punto de pensar, que ya se ha extinguido y que su existencia, solo sobrevive en nuestra reminiscencia, de la cual regresamos con profundos suspiros entre amenos y punzantes. Cuánta mezcla de emociones nos despierta el tradicional sonsonetito que aún suena por las radios amenazándonos sobre lo irreversible de “Aquellos diciembres que nunca volverán” y que allá en lo insondable de nuestra razón, de antemano sabemos con toda certeza de que así será, no solo por la imposibilidad del tiempo de volver atrás, sino por la desaparición del sentido auténtico de aquellas navidades, cuando vagábamos con nuestros amigos de la colonia por los márgenes de la quebrada Cataquila buscando entre los despojos de la Noche Buena los cohetes que no explotaron, mientras compartíamos entre todos, los tamales recalentados, el pedazo de cerdo, el pollo horneado y la amistad sincera. Cómo no recordar los encuentros con nuestros abuelos, tíos y primos donde se reforzaba la amalgama familiar y los vecinos eran percibidos como una extensión de ese fraterno entramado, donde el abrazo, el apretón de mano y el beso, eran los regalos mas preciados y valiosos, donde estrenar ropa, pintar la casa y comprar delirios, no era un afán colectivo ¿Por qué cuando adultos perdemos el verdadero sentido de la vida? ¿Por qué al “crecer”, en sentido proporcional lo hace la indiferencia hacia los otros, nos individualizamos, nos tornamos especuladores, aparece la perspectiva del cálculo, de la ganancia y lo material desplaza lo eminentemente humano? ¿Por qué cuando adultos el “Yo”, reemplaza al “Nosotros” de la infancia? ¿Por qué cuando envejecemos caemos al espejismo de considerar el “Ser” supeditado al “Tener”? ¿Por qué la felicidad se nos evapora cuando comenzamos a percibir que nos despedimos de la infancia? ¿Por qué cuando niños, la pobreza era compensada con la alegría y la fraternidad, por ello, menos dolorosa? ¿Por qué cuando comenzamos a racionalizar nuestras existencias, el egoísmo paulatinamente desplaza a la solidaridad? ¿Por qué con la aparición de una gran cantidad de medios de comunicación, los Seres Humanos, nos comunicamos menos y tenemos más dificultades para comprendernos y tolerarnos? No cabe duda que el economicismo predominante, abanderando la teoría de que los mercados buscan el equilibrio y la invitación permanente a creer que debemos dedicar la vida a generar ganancias, ambas falsas “verdades”, han soslayado la compleja dimensión humana desconociendo que ésta posee factores subjetivos impredecibles no determinados por el materialismo, pues lo económico es solo una parte cultural, mientras que la felicidad solo puede ser posible a través del crecimiento humano, en sus dimensiones mental y espiritual, ambas mutiladas por los agentes de socialización como la familia, la escuela y la sociedad durante el camino de transición de niños a adultos. Ese camino al consumismo, ese predominio de lo material y lo excesivamente racional ha trastocado el recipiente de los valores, las creencias, las ideas, las tradiciones y demás factores que marcan el rumbo histórico de una sociedad, que como la nuestra, ha replanteado la dimensión de la navidad a pesar de la predominante crisis económica y política, en términos de catálogos, mall, supermercados, cuentas bancarias, modas, compras, tarjetas de crédito, promociones, boutiques, salones de belleza, viajes, lujo y excentricidades, donde el desafío de buscar la felicidad verdadera, de fomentar los valores como la justicia, la solidaridad y la libertad no es prioridad, donde el natalicio del hijo de Dios no es la razón de celebrar y, la posibilidad de reencontrarnos con nuestros familiares, amigos, vecinos y con nosotros mismos, no existe, ni existirá mientras continuemos empeñados en buscar nuestra esencia humana, en el falacioso espejo de lo material.



*Alex Darío Rivera M: Educador y Promotor Cultural Santabarbarense. Licenciado en Ciencias Sociales por la Universidad Pedagógica Nacional “Francisco Morazán”. Autor del libro de poesía Introspecciones Extintas. Email: alexdesantabarbara@yahoo.com

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Escritores del occidente de Honduras


Estimados compañeros escritores(as) del occidente de Honduras; nos es grato invitarles a una reunión de trabajo el día de mañana martes 08 de diciembre en el local del Instituto Departamental La Independencia, ubicado en el barrio Las Galeras en la ciudad de Santa Bárbara, a partir de las once de la mañana (11;00 AM). El propósito de la misma es conformar una estructura representativa de los escritores en esta parte del país y reflexionar sobre la postura que tomaremos frente a los últimos acontecimientos politicos. Nos visitarán los escritores Cesar Lazo, Isrrael Serrano y Melissa Merlo desde Tegucigalpa, así que les esperamos. Rogamos invitar a otros escritores(as) amigos(as).

Atte. AlexDarío Rivera M.